Presentación del Dr. Jorge Horacio Gentile en la Legislatura de la Provincia de Córdoba el 9/4/19 del libro “El Nacional socialismo contra el mundo civilizado” de Mario Sinay que se refiere a “Historias inéditas emergentes de la barbarie nazi”. El Emporio Ediciones, 2019, 326 páginas.

Se trata de un recordatorio de muchos hechos, personajes, circunstancias, sucesos y acontecimientos que ocurrieron en Europa y en el mundo, en los escenarios más diversos, durante el gobierno de Adolf Hitler, responsable principal del Holocausto, quién invocaba la ideología nacionalista y racista denominada: Nacional Socialismo.

En el mismo se mencionan:

Personajes: Adolf Hitler, Adolf Eichmann, Joseph Goebbels, Dr. Josep Mengele, Benito Mussolini, entre otros.

Personas; judíos, gitanos, militares, saboteadores, informantes, soldados, partisanos, guerrilleros, scouts, pacifistas, refugiados.

Políticos, ministros, diputados, diplomáticos, médicos, enfermeros, artistas, científicos, maestros, deportistas, fotógrafos, jóvenes, niños, ancianos, sindicalistas, y hasta una princesa.

Entre otros.

Religiosos: judíos, cristianos, musulmanes, testigos de Jehová, pontífices, sacerdotes, pastores, rabinos, teólogos, misioneros, párrocos, religiosas/os, y jesuitas.

Grupos humanos o instituciones: Gestapo, campos de concentración –Auschwitz-, cárceles, guetos, servicios de informaciones, partidos, grupos de resistencia, células, tribunales, familias, circos, empresas, iglesias, mezquitas, catedrales, congregaciones religiosas y monasterios, entre otros.

Países: Alemania, Israel, Polonia, Rusia, Unión Soviética, Palestina, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, España, Italia, Grecia, Suiza, Países bajos, Checoslovaquia, Hungría, Lituania, Brasil, Argentina, Santo Domingo, México, Chile, Uruguay, China, Austria, Etiopía y Bielorrusia, entre otros.

Se alude a las violencias que se consumaron: el holocausto, las guerras, los sabotajes. Que afectaron a personas que fueron capturadas, condenadas, deportadas, perseguidas, refugiadas torturadas, masacradas, asesinadas, sometidas a trabajos forzados o cámaras de gas, fusiladas, arrestadas, presas, encarceladas.

Este libro es entonces una descripción, muy bien fundamentada, de hecho que atentaron contra la vida y los derechos de millones de personas ocurridos en nombre del “nacional socialismo”; que hoy no solo sirve para ampliar el recuerdo de lo que no debe repetirse, sino también como enseñanza a las nuevas generaciones de las malvadas consecuencias que acarrean los nacionalismos.

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La Nación y el Nacionalismo

Para entender lo que significan los nacionalismos es importante distinguir antes el significado de las expresiones: nación, sociedad política y estado.

La idea de nación es una comunidad nacional, generada por un origen común, por lasos culturales, de idioma, etnia, religión, objetivos políticos y la creencia en un ancestro común. Implica un sentimiento de orgullo por los logros de la comunidad nacional, y se relaciona con la idea de patriotismo. Enfatiza los rasgos identitarios.

Un buen ejemplo de ello es lo que dice la Declaración de la Independencia efectuada en Tel Aviv el 14 de mayo de 1948 cuando se definió a la Nación israelí, sobre la que se crearía luego la sociedad política y el estado de Israel, al expresar que: “La tierra de Israel fue la cuna del pueblo judío. Aquí se forjó su identidad espiritual, religiosa y nacional. Aquí logró por primera vez su soberanía, creando valores culturales de significado nacional y universal, y legó al mundo el eterno Libro de los Libros. Luego de haber sido exiliado por la fuerza de su tierra, el pueblo le guardo fidelidad durante toda su Dispersión y jamás dejó de orar y esperar su retorno a ella para la restauración de su libertad política”

Los sentimientos nacionales en el siglo XIX sirvieron para concretar distintas sociedades políticas, con sus correspondientes estados, en distintos países de Europa y en América.

La sociedad política, como indica Jacques Maritain, es la más perfecta de las sociedades temporales, es una obra de la razón, la justicia es una condición de su existencia, la amistad es una condición vital y está encaminada al bien común.

El estado, como bien nos sigue indicando Maritain, es una parte de la sociedad política interesada en el mantenimiento de la ley,

el fomento del bienestar común y el orden público y se ocupa del gobierno y la administración de los asuntos públicos.

El Nacionalismo

El nacionalismo es la creencia de que una nación debería poder controlar el gobierno y todos los medios de producción. Y como ideología, pone a una determinada nación como el único referente identitario, dentro de una comunidad política; y parte de dos principios básicos con respecto a la relación entre la nación y el Estado: · El principio de la soberanía nacional: que entiende que la nación es la única base legítima para concretar una la sociedad política y su Estado. · El principio de nacionalidad: que sostiene que cada nación debe formar su propio Estado, y que las fronteras del Estado deberían coincidir con las de la nación.

Las doctrinas, movimientos sociales o partidos políticos nacionalistas inspiran y subliman acciones colectivas reivindicativas o políticas poniendo como objetivo el bien de la nación, aunque en su accionar se afecten los derechos humanos y se terminen instalando en gobiernos autoritarios, dictaduras o tiranías. El surgimiento de los nacionalismos, ocurren en el siglo XIX, después la independencia de EEUU, de la revolución francesa y la de los países latinoamericanos.

El nacionalismo, en el período de entreguerras inspiró el fascismo, el nacismo, el franquismo, la dictadura de Oliveira Salazar en Portugal y las dictaduras latinoamericanas. Después de la Segunda Guerra Mundial fue el ideal que enarbolaron los procesos de descolonización y del tercermundismo, y a los distintos grupos que en distintos países se llamaron: Movimientos de Liberación Nacional.

El nacionalismo populista

En este siglo en el mundo han vuelto a nacer los nacionalismos -vinculados al populismo, al proteccionismo, a la resistencia a la inmigración, en contra de la inseguridad e invocando la corrupción y la anti-política, en partidos y movimientos de derecha o de izquierda, en distintos países de Europa, de América y en el mundo en general.

En Europa, el cuestionamiento a la Unión Europea que caracteriza a la mayoría de los populismos, lo hace desde una posición nacionalista. Reclaman que los estados soberanos recuperen atribuciones que han cedido a estructurales multinacionales, ya sean políticas, económicas o regionales.

Reivindican al “Estado Nación”, que muchos pensaban que era una categoría en declinación, frente a la globalización política y económica que se ha acentuado desde finales del siglo XX.

Los separatismos, como el catalán, son una vertiente del nacionalismo, al que a su vez adhieren los estados nacionales que los enfrentan, agudizando el nacionalismo en ambas partes del conflicto que se genera.

El nacionalismo económico ha emergido en el mundo anglosajón con el proteccionismo de Donald Trump y el Brexit del Reino Unido. Esto ha provocado reacciones, con medidas adoptadas como represalia en países aliados de los Estados Unidos, como son los europeos y con Canadá y en México, con

los que tenían un tratado de libre-comercio con Washington, mejor conocido como NAFTA o TLC (Tratado de libre comercio de América del Norte) de 1994, y que ahora, en 2018, ha sido sustituido por otro denominado el USMCA (“United States, México y Canada”).

En el mundo occidental puede establecerse así una vinculación relativa entre populismo, anti-inmigración, anti-política y nacionalismo. Pero a diferencia de los tres primeros términos, que son fenómenos predominantemente occidentales, el resurgimiento del nacionalismo es universal.

Los líderes de las potencias globales, al finalizar la segunda década del siglo XXI, tienen una fuerte impronta nacionalista. No sólo es el caso de Trump, con su lema “primero América”. El presidente de China, Xi Jimpiao, es un líder nacionalista, que gradualmente va sustituyendo al marxismo por el nacionalismo, justificando un régimen totalitario.

En Francia la Alianza Nacional liderada por Marine Le Pen, combarte fuertemente la inmigración, como lo hace Viktor Orbán, el primer ministro de Hungría. En Alemania ha surgido “Alternativa para Alemania”, liderado por Frank Magnitz.

En Italia ha triunfado una alianza de dos nacionalismos uno de derecha como “La Liga”, con arraigo en el norte, que responde al liderazgo de Matteo Salvini, y el “Movimiento de las 5 estrellas”, del sur, de centro izquierda, liderado ahora por

Luiggi Di Maggio, un joven abogado que tomó la posta del fundador de este espacio político, el cómico Beppe Grillo.

Vladimir Putin, es un líder nacionalista ruso, que reivindica el pasado de su país, desde los zares hasta el triunfo de Stalin en la Segunda Guerra Mundial y revaloriza la Iglesia Ortodoxa como parte esencial del nacionalismo de esta potencia euro-asiática, aunque ello parezca contradictorio. El cómico Volodimir Zelenski, de 41 años, obtuvo el 73% de los votos para ser elegido presidente de Ucrania y su bandera es la antipolítica.

En el caso de Japón, el primer ministro Shinzō Abe, es también un líder nacionalista japonés. No sólo porque mantiene e intensifica el nacionalismo japonés frente a la expansionismo chino, sino porque reconoce a los japoneses caídos durante la Segunda Guerra Mundial (algo que no hacían sus predecesores) y da pasos concretos hacia la construcción de un poder militar propio de su país.

A su vez, el primer ministro Narendra Modi de la India, asume el nacionalismo hindú con firmeza. Las tensiones con la minoría musulmana de su país, de 280 millones de personas, es una manifestación de ello. La tensión en la región de Cachemira, en disputa con Pakistán, es otra evidencia al respecto.

Algo parecido se da en los líderes de varias países como Turquía, Egipto, Arabia Saudita, Irán e Israel.

En América Latina tenemos los presidentes populistas de izquierda: Nicolás Maduro, en Venezuela, cuya legitimidad está cuestionada internamente por la Asamblea Nacional, y en el exterior por más de 50 países; a Daniel Ortega en Nicaragua; a Evo Morales en Bolivia; y a Jair Bolsonaro, un populista de derecha en Brasil, antiguo capitán del ejército, que ha incorporado a su gobierno a varios militares. En El Salvador triunfó el 3 de febrero de 2019 en las elecciones presidenciales un joven, de 37 años de edad, Nayib Armando Bukele, que obtuvo el 53.10 %de los votos por lo que no hubo necesidad de una segunda vuelta, derrotando a los dos partidos tradicionales que gobiernan desde 1992, ARENA y al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), agrupación de izquierda a la que perteneció anteriormente. El combate a la violencia y la corrupción son sus banderas más importantes

En el pasado, la exacerbación del nacionalismo ha precipitado conflictos violentos y guerras sangrientas. Al mismo tiempo, ha permitido a países agredidos, unir sus ciudadanos para defenderse frente a la agresión.

El exceso de nacionalismo, moldea un mundo más inestable y, en consecuencia, más peligroso para los países medianos y pequeños. Al mismo tiempo, acentúa y agrava los conflictos raciales, migratorios y de minorías, radicalizando los discursos políticos y electorales.

Por otro lado, el resurgimiento y revalorización del nacionalismo es también una respuesta a la “globalización” que se impuso entre fines del siglo XX y comienzos del XXI, en la cual Internet, la digitalización y las redes sociales, se pensaba iban a universalizar la cultura y debilitar las fronteras físicas y espirituales, además de concentrar más la riqueza.

En este siglo, las redes sociales pasaron a ser un vehículo para la segmentación social, racial, religiosa, nacional, regional, etc. Se refuerzan las afinidades entre quienes piensan de la misma manera y reducen o limitan el intercambio con quienes piensan de otra. Contener el nacionalismo, es quizás hoy una prioridad global.

Los principios que inspiraron a la creación de la Sociedad Política y el Estado de Israel, según la ya citada Declaración de su Independencia, está claramente definida cuando en la misma se expresa que: “El Estado de Israel permanecerá abierto a la inmigración y el crisol de la diáspora; promoverá el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes; estará basado en el principio de libertad, justicia y paz, a la luz de las enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de derecho políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o religión; garantizará la libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura; salvaguardará los Lugares Santos de todas las religiones; y será fiel a los principios de la Carta de las Naciones Unidad.”

Córdoba, abril de 2019.