El gobernador Juan Schiaretti propuso, hace unos meses, el voto electrónico para las próximas elecciones del año 2011 en la provincia de Córdoba; lo que se experimentará en las municipales de Marcos Juárez el próximo 12 de septiembre, como ya se lo hizo con éxito en Pinamar el pasado 28 de marzo; con la condición que haya consenso político y sea técnicamente posible. 

Ello demuestra que la implementación de la boleta única; proyectada por primera vez el 16 de septiembre de 1959 por el diputado provincial demócrata cristiano Teodosio Pizarro, recientemente fallecido, y aprobada recién por esta Legislatura hace por más de un año, es de implementación  imposible en la actualidad, en razón que en las elecciones provinciales cada partido o alianza electoral, de los tantos que hay en este momento, debe presentar 98 candidatos en los cuatro tramos para la elección de gobernador y vice, de un legislador departamental titular y un suplente, de 44 legisladores titulares y 44 suplentes por la lista proporcional, y los 3 vocales del Tribunal de Cuentas titulares y 3 suplentes.  

Si en una boleta única se pondrían los nombre de todos estos partidos, alianzas -con sus logotipos- y el de los candidatos, la misma tendría un tamaño inusitado, lo que confundiría al sufragante, que tiene que marcar con un bolígrafo en ella a quién vota en cada tramo, lo que haría muy lento este trámite en el cuarto oscuro y luego al practicar el escrutinio. Además la Constitución permite el voto de preferencia para poder cambiar el orden los 44 legisladores provinciales lo que, a su vez, haría más difícil y lenta la votación y, más tarde, el escrutinio. 

Otros países adoptaron, en el siglo pasado, el sistema de la boleta o cédula única o australiana, pero en nuestro país se rehusó debatirlo y establecerlo, a pesar que hubo proyectos, como el del diputado Pizarro en Córdoba y el que presenté en la Cámara de Diputados de la Nación en 1990, que pasaron inadvertidos. En la era electrónica ese sistema es obsoleto. Además, si la elección fuera simultánea con la nacional y la municipal, habría que agregar los candidatos y tramos para estos niveles, o habría que confeccionar varias “boletas únicas”, lo que complicaría aún más el acto electoral. 

La tecnología actual impone, como ha ocurrido ya en Brasil, Estados Unidos y la India, la adopción del voto electrónico. Actualmente sólo está informatizado el conteo final -que desde 1998 lo hace una costosa empresa privada, INDRA- a pesar que ésta es la etapa del proceso electoral más vulnerable, según los objetores del voto electrónico. El padrón debe pasar del soporte papel al digital; las urnas electrónicas, que lo contienen, permitirán que, sin “cuarto oscuro”, en menos tiempo, sin necesidad de boletas ni sobres, voten más ciudadanos por mesas, incluido los ciegos, ya que en las urnas pueden incorporar el lenguaje Braille, como ya ocurre en Brasil. Habría menos presidentes de mesa y fiscales, la tarea de control y la confección de actas se simplificaría, y el escrutinio de mesa lo haría la misma urna y concluiría a minutos del cierre los comicios. 

El voto electrónico se experimentó con éxito el 14 de septiembre año 2003 en las elecciones municipales de Ushuaia y hubo pruebas pilotos, aunque no para elegir autoridades, en ciudades de la provincia de Buenos Aires, Mendoza, Santiago del Estero, Chaco, en la ciudad de Buenos Aires, en La Pampa, en la última elecciones de Catamarca y en Salta. 

Para establecer el voto electrónico hay que: hacer una importante inversión financiera; cambios en la legislación electoral y penal; cursos para instruir a dirigentes y funcionarios, y campañas para informar a los sufragantes. Deben intervenir expertos informáticos para decidir la adopción y adquisición de software y urnas electrónicas adecuadas y seguras; hacer experiencias pilotos; y estudiar y tomar todos los recaudos que sean necesarios para hacer funcionar, controlar y auditar al nuevo sistema. Puede haber fraudes y trampas, como en toda forma de votación, que habrá que prevenir y castigar.  

El voto electrónico exige: que el sistema eléctrico y de telecomunicaciones esté en condiciones a donde se vota; que los padrones y las mesas se unifiquen, sin distinguirlos por sexos; y que las altas y bajas del padrón se registren electrónicamente no bien sean pedidas o conocidas. 

Para conseguir el consenso y la viabilidad técnica que pide Schiaretti habría que convocar al Consejo de Partidos Políticos, a la Legislatura y a las universidades, y tomar en cuenta las experiencias Argentina y en los países donde se practica.

                                                       Córdoba, agosto de 2010.