Desde 1980 la democracia constitucional ha tenido un inusual desarrollo, en Latinoamérica y en el mundo. Los partidos políticos y el sistema de partidos -mediadores necesarios entre la sociedad y el Estado- tuvieron un protagonismo decisivo en la etapa de transición a la misma (recordemos nuestra "Multipartidaria"), sin embargo esa importancia decayó en la etapa de consolidación democrática, en algunos casos abruptamente, como en Venezuela y Perú, a donde se derrumbó el sistema de partidos.
Junto a ello, a fines del siglo XX, la política sufrió tres impactos que influyó en los partidos: 1) fue la aparición de los nuevos medios de comunicación: la radio, luego la televisión y, recientemente, la informática; 2) la implantación del modelo económico orientado hacia el mercado y globalizado; y 3) el cambio de roles y competencia del Estado frente a una sociedad civil que asumió muchas de las funciones que antes, con el Estado de bienestar, tenía aquel.
Mucha gente frente a los males que la política no puede resolver culpa a los partidos y al sistema de partidos, y a esto se lo ha llamado "partidocracia".
Los partidos no eran bien vistos por los "padres fundadores" de la República y por eso no se los mencionó la Constitución, aunque los partidos en esa época eran facciones que no tenían la organicidad de los modernos, que Argentina conoció desde la fundación de la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista, a fines del siglo XIX.
Argentina recién los incorporará a la Constitución en 1994, que los califica de "instituciones fundamentales del sistema democrático" (Art. 38), aunque la legislación de partidos ha sido abundante, detallista e ineficaz, en cuanto a controles, desde 1930.
Los partidos sobrevivieron a pesar de la disolución decretada por gobiernos militares y de las exigencias legales, pero el advenimiento de los modernos medios de comunicación, en especial la televisión, cambió la forma de comunicarse entre los políticos, sus adeptos y la sociedad; los obligó a personalizar liderazgos en quienes se adaptaban a los mismos, y no según las necesidades política, y transformó a los partidos en máquinas electorales, con asesores extranjeros, consultoras, sondeos, management, marketing y demás técnicas del mundo publicitario. Esto hizo muy costosa la política y las elecciones, lo que llevó a buscar nuevas y muy peligrosas fuentes de financiación y a descuidar la educación política, que es una función esencial.
TELEPOLÍTICA
La "telepolítica", como la llama Giovanni Sartori, y la caída del muro de Berlín, produjo la desideologización de los partidos y la simplificación de las opciones electorales, lo que hizo proliferar las alianzas y coaliciones de partidos, en torno de líderes, que debilitaron e hicieron perder identidad a los partidos integrantes.
El desprestigio de los partidos y la política, tiene también que ver con la autonomía del mercado; la implantación del modelo económico neoliberal globalizado; el achicamiento del estado, por las privatizaciones, y los frecuentes casos de corrupción. Esto y algunos recortes de privilegios y sueldos en cargos políticos; el dictado de reglas de ética y la reducción del empleo público han vaciado de militantes a los partidos -en especial de jóvenes-, ha debilitado sus cuadros dirigentes, ha privado de personal capacitado al gobierno y ha hecho perder el entusiasmo por afiliarse
PROPUESTAS
Ello hace necesario pensar en algunos cambios como:
1. Desde el sistema educativo del estado, los partidos e instituciones
de la sociedad civil debe impulsarse una mejor educación política.
2. Cambiar la frondosa legislación nacional, provincial y municipal
por una ley convenio de partidos, entre nación y provincias, que apliquen los tribunales de ambas jurisdicciones, sin superposiciones como hay ahora.
3. Regular mejor las alianzas electorales, que la ley actual apenas
menciona, las sumatorias de votos y las coaliciones de partidos, que la ley no contempla.
4. Reglar más eficazmente el financiamiento de los partidos, en especial de las campañas electorales, y poner controles efectivos.
5. Limitar la duración de las campañas electorales y el tiempo de
la publicidad electoral en televisión y estimular las elecciones internas abiertas de candidatos.
6. Abolir las "lista sábana" y permitir que el votante indique sus
preferencias y cambie el orden de las listas de candidatos a legisladores en la distribución proporcional.
7. Rebajar a 2 el mínimo de 5 diputados nacionales por distrito, y
ajustar su número después de cada censo (art. 45 la Constitución).
8. Reglamentar la Constitución para facilitar la participación en las
consultas populares (art.40).
9. Dictar Códigos de ética en los partidos y para los legisladores y
crear comisiones de ética en las cámaras, para hacerlos cumplir.
10. Reducir las dietas y el número de legisladores nacionales, provinciales y municipales, cuando sean excesivos, y los presupuestos de los poderes legislativos.