La invitación a dar una conferencia en el Aula Magna de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba (el 18 de agosto a las 19 horas en al presbístero José María di Paola calle Caseros 51) al Padre Pepe, como lo llaman al presbístero José María di Paola los fieles de su parroquia de las Villas de Emergencia 21 y 24 de Parque Patricios en el sur de la ciudad de Buenos Aires, tiene por propósito llamar la atención a la comunidad universitaria y a la sociedad de la que es tributaria, de los dos problemas más graves y dolorosos de nuestro país: la extrema pobreza y el daño que le causan las peores drogas a los niños y jóvenes que viven en la marginalidad.
Su denuncia de que “el paco estaba
despenalizado” en las villas le valió amenazas de los que lucran con esta
droga.
El Instituto Jacques Maritain, y las demás
instituciones que han hecho posible su presencia en Córdoba, han querido traer
el testimonio de quién vive con los carecientes y quiere contar su experiencia,
sin preocuparse tanto por el debate cuantitativo o estadístico, en que se
discute si bajo la línea de pobreza están el 15, el 23 o el 40 por ciento de
los que habitan en nuestro país, o si hay que hacer un padrón de pobres u otro
de ricos, o si las inversiones que se proyectan para erradicar la pobreza debe comenzar a hacerse el conurbano
bonaerense, en Villa la Tela en Córdoba, o todo el país al mismo tiempo.
Los futuros y actuales dirigentes y profesiones
que pasan por nuestras altas casas de estudio deben conocer de estos males que
padece la sociedad, y para interiorizarse de ello con alcanza con lo que
expresan las letras de los tangos que canta Daniel Melingo; o los flashes de
Televisión que muestran a un niño villero -con el rostro oculto- aspirando
pegamento; o a jovenes bebiendo de la “jarra loca” en un boliche.
Hay que urgar en la raíz de estos males que
comprometen a la democracia constitucional, recuperada hace 25 años, pero que
no se ha logrado aún hacer efectivo el derecho a la igualdad de oportunidades
dando empleo, alimentación, y acceso a la salud y a la educación a todos los
ciudadanos.
Al padre Pepe se lo ha convocado para que nos
hable, más que de las droga y el combate contra el narcotrafico; de las
personas, de los niños y jovenes indigentes que la consumen y padecen, o de
quienes pueden caer en esta práctica, para prevenirlos y mostrarles que la vida
merece vivise, y que evadirla mediante las drogas legales, como el alcohol, o
la ilegales, como el paco, carece de sentido.
Los universitarios estamos obligados a enfrentar, mediante el estudio y la investigación la forma en que se termine con la pobreza y las drogas, el esfuerzo común que queremos hacer con motivo del Bicentenario es una oportunidad propicia para lograrlo. Córdoba, agosto de 2009.