El 4 de noviembre fue elegido Barack Hussein Obama como el 44º presidente de los Estados Unidos de América, el que, además, puede ser considerado como un nuevo líder mundial, del que el planeta carecía desde la muerte de Juan Pablo II. Su condición de afroamericano vino a poner fin a una larga historia de discriminaciones, y a hacer pensar a cualquier ciudadana o ciudadano americano que esa alta investidura no es sólo alcanzable por algunos varones blancos.

Obama, a los 47 años, es un baby boomer, como se les llama a los nacidos entre 1946 y principios de la década de los 60 -después de la segunda guerra mundial-, que lidera también a una nueva generación, que lo acompañó desde el principio en la campaña electoral más larga de la historia, y que se volcó –como pudimos apreciar-  en la noche del triunfo a las calles de Washington D.C., alrededor de la Casa Blanca; y en Chicago a donde se escuchó el discurso de nuevo presidente, con el entusiasmo con que los argentinos solemos hacerlo en los grandes acontecimientos políticos. Los adolescentes que lo hacían en gran número y parecían convocados por Facebook, la red social de Internet fundada en Harvard y que reúne a 110 millones de usuarios en su mayoría jóvenes.

La campaña electoral, la más larga y cara de las historia, la hizo Obama de “abajo hacia arriba”, con la participación muchos militantes joven que lo acompañaron desde el comienzo de las elecciones primarias de su partido, en las que participaron 38 millones de personas. La recaudación de fondos la hizo, sin aceptar aportes del Estado, y batió todos los récord, por la gran cantidad de aportantes, unos 3 millones, la mayoría por sumas menores a los 200 dólares. El uso de Internet, a través de e-mails, blogs, You Tube, SMS, Facebook, MySpace, IPhone, etcétera,fue decisiva y sorprendente.

La votación demostró que subsiste el empate entre demócratas y republicanos (6 % fue la diferencia), más allá de que en el colegio electoral Obama hayan obtenido 349, contra 162 electores de John McCain; explicable por el nuevo alineamiento político, especialmente por el triunfo de los primeros en los estados de Virginia, North Carolina, Florida, Indiana, Nuevo México y Colorado, ya a partir del Acta de los Derechos Civiles de 1964, firmada por el  presidente Lyndon Johnson, el Partido Demócrata perdió los votos con los que ganaba estos estados. En el Senado no consiguió los 60 votos, de los 100 que lo integran, y que se necesitan para evitar el “filibusterismo”, una táctica que la oposición empleada para dilatar decisiones.

Change (cambio) fue a palabra mágica con la que Obama, un senador junior elegido en 2004 por Illlinois con poca experiencia en Washington, ganó la presidencia, argumento que se tornó muy importante para decidir el voto cuando se produjo el crack financiero. El color de su piel, su segundo nombre, su escasa experiencia y residencia en Washington, que sus contendientes usaban como argumentos en su contra en las elecciones primarias y las generales, le terminaron sirvieron de prueba de que él era distinto y encarnaba el tan deseado cambio.

¿Qué se puede esperar ahora de su presidencia y de este nuevo liderazgo?

En primer lugar, enfrentar la recesión económica, tratando de causarle los menores perjuicios a la clase media, y ordenar las finanzas y la economía de su país y del mundo, lo que no es tarea fácil y que no puede hacerse en poco tiempo. No faltan los nos decían en Washington D.C. que ello le demandará más de cuatro años, que dura su mandato, lo que le podría hacerle perder las elecciones legislativa del año 2010 y le haría muy difícil su reelección en el año 2012.

La sustitución del petroleo como fuente de energía y el combate al calentamiento global le obligará ha tomar definiciones que en su país se vienen eludiendo desde hace tiempo..

Se descuenta que habrá un progreso en materia de derecho humanos, lo que implicaría modificar el Acta Patriótica, en lo referido al trato de los prisioneros, y levantar o trasladar la prisión de Guantánamo. Se removerán las barreras que sostienen el bloqueo a Cuba. Se hará un retiro gradual de las tropa que se encuentran en Irak y se reforzarán a las que se encuentran en Afganistán. Los recelos con Rusia es probable que continúen, especialmente si se insiste con que su flota naveguen las aguas del Caribe. Se continuará con el propósito de crear un Estado Palestino y la alianza con Israel y las diferencias con Irán se mantendrán. Los anuncios de un mayor multilateralismo en la política internacional tendrán que concretarse.

Con relación a América Latina no se anunciaron cambios y el “mirar para otro lado” actual, con los beneficios y perjuicios que ello nos significa a los que vivimos en el “patrio trasero”, es probable que no se modifique. Sin embargo, puede haber un mejor diálogo, con menos insistencia en los tratados de libre comercio, y a partir de la Cumbre de Trinidad Tobago, en abril del 2009, se podrían incorporar nuevos temas en la agenda.

La Organización de Estados Americano estudia algunos como el rol que debería cumplir en nuestros países el Estado, ya que lo ocurrido con la crisis de la hipotecas indica que la falta de eficacia de los mecanismos estatales no es solo una deficiencia que se observa al sur del Río Bravo. Pero en el Continente la democracia y los gobiernos constitucionales necesitan contar con Estados que estén en condiciones de hacer cumplir la ley, que garanticen seguridad a las personas, que tengan capacidad de combatir al narcotráfico, de recaudar tributos, redistribuir la riqueza, y llevar adelante políticas sociales que terminen con la pobreza y la indigencia. A ello habría que sumarle la necesidad de que funcionen los organismos de control y que en nuestros países los representantes del pueblo sean tales, y no mero dependientes de los jefes de gobierno o de los líderes de la oposición.

Obama ha logrado ya despertar las esperanza en su país y del mundo, pero para terminar de construir su liderazgo es necesario que todos contribuyamos a que el mismo pueda ser eficaz y para ello tenemos que poner en la mesa de este nuevo diálogo las necesidades e intereses que todos pretendemos satisfacer, para que el cambio sea posible y no una mera promesa de campaña.

Córdoba, noviembre de 2008.