El 10 de setiembre próximo los cordobeses elegiremos para intendente, a estar por las encuestas, entre el bioquímico Daniel Giacomino, que se trabajó en el Laboratorio de Hemoderivados en la Universidad Nacional, antes de ser viceintendente dos años y luego diputado de la Nación; el hijo homónimo del ex intendente y gobernador Ramón Mestre; la que fuera Secretaria General del gobernador José Manuel de la Sota y su esposa, Olga Riutort; o quién, hasta hace poco, fue su ministro de Salud, el médico Roberto Chuit.  

En esta ciudad, que teme –con razón- ser superada en desarrollo por la pujante Rosario, se votará en boletas con listas (propuestas por un partido, por varios -en sumatoria de votos-, o por alianzas) de candidatos a intendente y a viceintendente, 31 concejales titulares y 10 suplentes y 3 vocales del Tribunal de Cuentas, con 3 suplentes. Los mandatos serán por 4 años y los elegidos pueden ser reelectos sólo una vez y después de ello deben esperar un mandatos para poder hacerlo. Los candidatos se eligen en los partidos reconocidos en elecciones internas abiertas, donde no intervienen los afiliados de otros, si en los mismo no hubiere lista única (lo que pasará en la casi totalidad de los casos).

Podrán sufragar los ciudadanos empadronados mayores de 18 años; los extranjeros mayores de18 años con 2 de residencia -voluntariamente inscriptos- y los menores de 16 a 18 años de edad –que desearen inscribise-, todos con domicilio real en ciudad de Córdoba.

Además, deberá votarse, por sí o por no, responder a la pregunta de la consulta popular: ¿está de acuerdo con el contrato suscripto por el gobierno provincial con Aguas Cordobesas?

Para ser intendente y viceintendente se requiere ganar la elección, en una sola vuelta, tener al menos 25 años de edad y 4 con domicilio real en la ciudad.

            Los concejales deben ser argentinos, con al menos 21 años de edad y  2 de residencia en la ciudad. Los candidatos será electos por las lista, que hayan obtenido no menos del 2 por ciento de los votos emitidos válidos en el comicio por el sistema proporcional D’Hondt, con voto de preferencia (con lo que se puede alterar el orden de la lista según la preferencia de los votantes, pero ello no puede cambiar el primer y segundo lugar en la misma de los postulados a intendente y viceintendente), asegurando a la que obtenga mayor número de sufragios la mitad más uno de los propuestos, o sea los 17 primeros de la lista. Las boletas deben tener por lo menos un candidato por seccional y no pueden superar el 70 por ciento los del mismo sexo, debiendo ordenarse uno de cada  tres candidatos de distinto sexo. Los postulados a intendente y viceintendente, que no sean electos, serán primer y segundo concejal si el reparto proporcional lo permite.

El voto se emite por la lista oficializada por cada partido o alianza electoral y, en una boleta especial, que se proveerá al momento de sufragar, deberá, si lo desea el que vota, escribir, de puño y letra, el número de lista, el número de orden en el misma o el apellido y nombre del candidato a concejal al que se le otorga preferencia, pudiendo hacerlo sólo por hasta 3 postulantes. Para que se produzca la alteración del orden deberá haber, al menos, un 3 por ciento de votos emitidos válidos de preferencias por candidato.

Por el sistema D’Hondt se divide el número de sufragios que cada lista haya obtenido en la elección, si supera el 2 por ciento de los votos emitidos válidos, tantas veces como el número de bancas de concejales están en juego (31 titulares y 10 suplentes) y se ordenan los cocientes obtenidos en forma decreciente, adjudicándose a la primera mayoría los que les correspondan por la proporcionalidad, pero si no llegan a 17 se le aumenta hasta cubrir ese número, y los restantes se adjudican a los cocientes de las demás listas. La distribución se hace por el orden fijado en la boleta, cambiándolo sólo para ascender a los favorecidos con los votos de preferencia, si los hubiere.

            Los 5 vocales del Tribunal de Cuentas serán los 3 de la lista de la primera mayoría, y los 2 primeros de la segunda. Deberán ser mayores de edad, tener 2 años con domicilio real en la ciudad, y ser abogados o contadores, con diez 10 años de antigüedad en el título.

                 La elección convocada padece de los siguientes defectos:

1.      Los adolescentes de 16 a 18 años no se inscribirán en el padrón, como en anteriores elecciones, ni luego irán a las urnas, como ocurrió en anteriores comicios y lo anuncié cuando voté, como constituyentes, en contra de esta absurda cláusula de la Carta Orgánica que habilita a sufragar a los adolescentes, que por su edad, tienen en la mayoría de los casos, otros atendibles intereses, que no le permiten preocuparse de lo político..

2.      El voto de preferencia tampoco se empleará ya que no se ha corregido la inconstitucional ordenanza reglamentaria que exige, que para alterar el orden de las listas deberá haber preferencias de al menos el 3 por ciento votos emitidos válidos, lo que es, además, casi imposible de conseguir.

3.      Que para indicar la preferencia haya, prácticamente, que cantar el voto, ya que debe escribirse en una boleta especial, de puño y letra, el nombre del preferido y el número de la boleta y de orden de lista, lo puede hacer identificar, por la letra, a quién la hizo.

4.      Que, por otro defecto de la Carta que también denuncié en la Convención pordiscriminatorio, se proscribe del reparto proporcional a las listas de candidatos que tengan menos del 2 por ciento de votos, como si fuera un defecto ser minoría.



     La oferta electoral nos llena de incertidumbre ya que, después de las últimas malas gestiones de los gobiernos municipales, no encontramos propuestas concretas de los candidatos que nos permitan pensar que la ciudad puede volver a encontrar el rumbo perdido. La campaña electoral, propiamente dicha, no ha comenzado, aunque abunden  carteles y spots con el rostro de los candidatos, a los que ya vemos “hasta en la sopa”. Esperemos que, como “en la cancha se ven los pingos”, alguno de ellos, al menos, nos convenza que está en condiciones de llevar adelante una buena gestión y que sus propuestas superen los graves problemas que nos agobian.

         La postergada Córdoba Capital así lo espera.

                                                     Córdoba, junio de 2007.