Fue el día más doloroso de mi vida política. La noche anterior Oscar Alende, a quién voté para presidente, peroraba por televisión un discurso, como si no conociera lo que todos sabían, que los militares derrocarían a “Isabelita” Martínez de Perón. Pero nadie calculó jamás la violencia política que se desataría.
Ese 24 de marzo tenía que ir a Buenos Aires para ver a un amigo, pero el viaje se frustró cuando supe que mi nombre lucía en una lista negra, de los que iban a ser detenidos. Suspendí el viaje, y me guardé un tiempo. Con este amigo hablé por teléfono desde Córdoba, y me comentó que le llamó la atención, ver aquel día, caminar sólo, en una despoblada vereda porteña, al ex presidente Arturo Íllia.
La violencia, en realidad, comenzó en los años 50, en la disputa entre peronistas y antiperonistas, con la decadencia del gobierno de Perón, después la muerte de Evita. El laborista Cipriano Reyes y Ricardo Balbín (UCR) padecieron cárcel; en 1953 un atentado terrorista en Plaza de Mayo dejó 5 muertos y 90 heridos, su autor principal, Roque Carranza (el que fuera Ministro de Defensa en 1983), estuvo preso por ello. En 1955 desapareció el médico comunista Juan Ingalinella; el 16 de junio aviones de la Armada bombardearon Plaza de Mayo dejando 364 muertos y un millar de heridos; esa noche, en represalia, se incendiaron la curia y diez iglesias en el centro de Buenos Aires, se clausuraron sedes de partidos, diarios y del Jockey Club.
La “Revolución Libertadora”, que derrocó a Perón el 16 de septiembre, proscribió al peronismo, encarceló dirigentes e intervino a gremios. En 1956 fusilaron al general Juan José Valle, por levantarse contra el gobierno militar, con un saldo de 18 militares y 13 civiles muertos. En 1959, durante el gobierno de Arturo Frondizi, un atentado hizo estallar en Córdoba los tanques de Shell, lo que provocó la intervención y puso fin del gobierno de Arturo Zanichelli.
Durante los años 60 hubo dos golpes de estado, el que derrocó a Frondizi y a Íllia. Los hechos luctuosos -más graves- que le sucedieron fueron: la “Noche de los bastones largos” en la UBA, el “Cordobazo” y el “Viborazo” en Córdoba, el “Rosariazo” y el asesinato del sindicalista Augusto Timoteo Vandor.
La década de los 70 mal comienzan con el asesinado de Pedro Eugenio Aramburu, que además fue el debut de Montoneros, un grupo guerrillero peronista liderado por Mario Firmenich, que luego tomaría La Calera, asesinaría a los políticos Arturo Mor Roig (UCR) y Roberto Uzal (Nueva Fuerza); a los sindicalistas José Ignacio Rucci, Rogelio Coria, José Alonso; al comisario Alberto Villar; al general Omar Carlos Actis; y a uno de sus integrantes Roberto Quieto, por traidor. Secuestraron a Jorge y Juan Born, de los que obtuvieron 60 millones de dólares; atentaron contra la Superintendencia de la Policía Federal; y la Masacre de Margarita Belén en Chaco.
El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), liderado por Mario Roberto Santucho, fue la guerrilla marxista que en 1969 asaltó un Banco en Escobar llevándose 213 mil dólares; en 1970 una comisaría de Rosario, donde mataron a 2 policías; en 1972 asesinaron al Gendarme Pedro Agarotti; y en 1973 asaltaron el Batallón 141, enCórdoba, y el Comando de Sanidad del Ejército en la Capital Federal. El 1974 coparon la Guarnición de Azul, donde murió el coronel Arturo Gay, su esposa, el coronel Ibarzábal, y 5 guerrilleros. En 1974, asesinaron al juez, Jorge V. Quiroga. En Tucumán coparon la localidad de Acheral. Atacaron simultáneamente: la Fábrica Militar de Villa María, donde capturaron al Coronel Argentino Larrabure, y al Regimiento 17 de Infantería Aerotransportada de Catamarca. En 1975 atacaron al Batallón de Arsenales 121, en Fray Luis Beltrán cerca de Rosario, donde murieron 2 guerrilleros y el coronel Carpani Acosta. En 1975 en la ruta 301 de Tucumán, murió en un tiroteo el subteniente Raúl García. Ese año el ERP es derrotado por el Operativo Independencia comandado por el general Antonio Bussi. Su última acción fue el fallido asalto al Batallón 601 enMonte Chingolo.
La Triple A fue un grupo para-policial; organizado y dirigido por José López Rega, ministro y secretario de Perón, y Alberto Villar, después de la Masacre de Ezeiza; que en 1974 mató al sacerdote Carlos Mugica; al ex Vicegobernador de Córdoba Atilio López y a Juan Varas; al abogado Alfredo Curutchet; al subjefe de la Policía bonaerense Julio Troxler; a Silvio Frondizi, y al sindicalista Juan M. Russo. En 1975 en Córdoba atentaron contra La Voz del Interior; secuestraron y asesinaron a la familia Pujadas; mataron en la cárcel, al abogado Hugo Vaca Narvaja (h). Luego secuestraron y hicieron desaparecer a su padre, que había sido ministro de Frondizi.
El 24 de marzo de 1976 general Jorge Rafael Videla se proclamó presidente y desapareció René Salamanca, dirigente de SMATA Córdoba; en abril desapareció el senador por Córdoba, Luís Carnevale (PJ); en mayo la catequista Mónica Mignone; enjunio fue asesinado el Jefe de la Policía Federal Cesáreo Cardozo; en julio por un atentado con explosivos muren 16 personas e hieren a 65, en Seguridad Federal; en Buenos Aires asesinaron a 3 sacerdotes palotinos y 2 seminaristas; en Chamical La Rioja, asesinaron a los religiosos Gabriel Longuevillet y Carlos de Dios Murias; en agosto matan el obispo de la Rioja, Enrique Angelelli, en un extraño accidente automovilístico; fue detenido y muere preso el ex diputado nacional Mario Abel Amaya (UCR); también en agosto aparecieron 20 cuerpos de varones y 10 de mujeres, dinamitados por policías en Fátima, Provincia de Buenos Aires. En septiembre, desaparecen varios estudiantes secundarios en la “Noche de los Lápices”. En diciembre desaparecen tres de las fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo. En 1977 asesinaron, en otro misterioso accidente de tránsito, al obispo Carlos Ponce de León, de San Nicolás. Dos religiosas francesas desaparecieron, junto a otras 8 personas en diciembre. En 1978 en un atentado con explosivos mataron en su casa a la hija, del Almirante Lambruschini, y a 2 vecinos.
Este relato incompleto de lo sucedido; antes, durante y después de aquel fatídico día; muestra lo inútil e inservibles que fueron y son los argumentos, las doctrinas, las ideologías, los credos y las consignas que llevaron a cometer estos desatinos, y que, luego, pretendieran o pretenden ser justificados. Cuantas vidas perdidas; desapariciones (¿9 ó 30 mil?); torturas; exilios; libertades arrasadas; hijos sin padres y padres sin hijos; cuantas energías y recursos dilapidados; sin razón alguna. Visto hoy fue todo un gran disparate.
Mi respuesta, sin dudar, a la pregunta inicial es: Recuerdo, para que no vuelva a ocurrir. No a la violencia política y sí a la democracia, por imperfecta que hoy la vea.
Córdoba, marzo de 2010.