Jorge Horacio Gentile y Giuliana Gentile * 

La muerte del Presidente Raúl Ricardo Alfonsín, padre de la democracia, nos hace reflexionar sobre muchas falencias políticas actuales que se están viviendo en nuestro país, entre otras cosas, la falta de educación política. Muchos niños y jóvenes no conocieron a este gran hombre hasta ahora -por la conmoción que tuvo su muerte en la sociedad y por la cobertura en los medios-, ni sabían que fue el primer presidente de la recuperación de la Democracia Constitucional a partir de 1983 y la importancia que tuvo y aún tiene el liderazgo que le tocó asumir en la vida política de este país. 

Seguramente a muchos padres y abuelos e incluso a muchos educadores de escuelas primarias y secundarias tendrán, en estos días, la tarea de explicar a los más jóvenes quién fue esta importante figura política y que significó la llegada de la Democracia en la Argentina. 

Una de las asignaturas pendientes que tiene nuestra Democracia Constitucional es la falta de educación política, formal e informal, en todos los niveles del sistema social y educativo. Esta circunstancia me recuerda una experiencia vivida sobre la educación política de los niños y jóvenes en otros países y de lo cual deberíamos tomar en consideración. 

En un colegio elemental (primario) de California, en los Estados Unidos, a los alumnos de segundo grado se les pidió que escribieran acerca de que hablarían en un almuerzo con el presidente Barack Obama y una de las niñas con 7 años de edad, luego de ver y escuchar en YouTube el discurso de Obama del 24 de febrero escribió lo siguiente:           

“Si almorzara con nuestro nuevo Presidente hablaría de todas las cosas que necesitamos mejorar en los Estados Unidos de América.

En primer lugar, hablaría sobre el empleo. Le preguntaría al Señor Obama si pudiera crear nuevos puestos de trabajo para los desempleados. Últimamente hemos perdido muchos empleos, y los adultos necesitan comprar comida y vestidos para sus hijos. Si tuviéramos más empleos podríamos producir más bienes. Entonces podríamos venderlos en el extranjero para obtener más dinero para nuestro país. Además, si tuviéramos más empleos, menos gente tendría que vivir en refugios.

Creo que el Señor Obama puede crear un nuevo sistema de salud pública. Tiene que ser un programa mejor y más barato para todos nosotros. Hoy mucha gente espera horas en la sala de emergencia para finalmente ver a un doctor. ¡Eso no es justo! Todo el mundo debería tener la oportunidad de un buen sistema de salud pública, aun si no tienen mucho dinero.

Otra cosa de la que hablaría con el Presidente Obama es la educación. El gobierno da cada año menos dinero a nuestras escuelas. ¡Eso no es bueno! Si nosotros, los niños, aprendemos más, los Estados Unidos de América tendrán mejores doctores, abogados, artistas, maestros, arquitectos, granjeros y aun mejores políticos, como Obama. Le pediría más equipos para las escuelas, y más dinero para los colectivos, para que podamos ir de paseo al campo más seguido. Si las escuelas tuvieran más dinero, los niños tendrían cosas como arte, música, educación física, laboratorios de computación.

Y finalmente, pero no menos importante, hablaría acerca de hacernos amigos con otros países. Es triste pelear con nuestros amigos. Le pediría que detenga la guerra en Irak y que traiga a nuestros soldados de vuelta. Debería ir y visitar a otros presidentes alrededor del mundo para que seamos amigos y trabajemos juntos para hacer un mundo mejor. Creo que debería hacer cosas para ayudar a nuestro planeta. Podemos usar energía solar en vez de combustible en nuestros autos, camiones y aviones. Si reciclamos eso muestro que nos importa nuestro planeta. ¡Ayúdanos Señor Presidente a detener el calentamiento global!

Se lo ve bien, Presidente Obama. Usted hace que tengamos un mejor lugar para vivir y más gente vivirá en los Estados Unidos de América. Su discurso hizo que me distrajera de mi trabajo, fue tan bueno que mostró que cree en nosotros. Me gusta lo que estamos almorzando hoy. ¿Podría jugar con Sasha? -la hija menor de Obama que tiene también 7 años-. Diviértase en su trabajo siempre.” 

El ejemplo de la carta de esta niña (mi nieta) y el recordado Preámbulo que citaba constantemente en sus discursos Alfonsín quizás pueda ayudar a hacer realidad aquella olvidada cláusula de la Constitución de Córdoba, que me tocó informar cuando integré la Convención Constituyente que la sancionó en 1987 y que reza: “Incorporar obligatoriamente en todos los niveles educativos, el estudio de esta Constitución, sus normas, espíritu e institutos.” (art. 62 inc. 10). 

El hacer conocer, conversar y preguntar a los niños y jóvenes sobre cuales son las necesidades y falencias de nuestra sociedad, no solamente nos permitirá recordar siempre lo que fue y significó el presidente Alfonsín, sino que nos permitirá contar con una ciudadanía más responsable de sus obligaciones y derechos políticos, que sea capaz de ser protagonista de un futuro mejor.

                                                Córdoba, 2 de abril de 2009.                               

* Es profesor de Derecho Constitucional de las Universidades Nacional y Católica de Córdoba y fue diputado de la Nación. Giuliana Gentile es su nieta menor.