En los últimos tiempos parecería que
cada vez lo es más.
En los EEUU, por primera vez, hay una candidata
a presidente: Hillary Clinton. Tema central del segundo debate entre los
candidatos a presidente fueron las expresiones despectivas a las mujeres
vertidas en un video por Donald Trump, su rival. Lidera la Unión Europea la canciller
de Alemania Ángela Merkel. El primer ministro del Reino Unido, después del
Brexit, es Theresa May. La corona de Holanda la luce la argentina Máxima Zorreguieta.
El político más notable de Argentina es
María Eugenia Vidal –gobernadora de Buenos Aires-, que al igual que otras cuatro
mujeres gobiernan otras tantas provincias. En el Senado, presidido por la
vicepresidenta Marta Gabriela Michetti, hay un 41,7% de mujeres. En Diputados
hay 99, sobre un total de 257 (el 38,55%). Cuando voté como diputado la ley de
cupo femenino (30%) en 1991 había solo había 12 (el 5%). El rol de “fiscal de
la República”, que alguna vez ejerció Agustín Rodríguez Araya, se lo disputan hoy
las diputadas Elisa Carrió y Margarita Stolbizer.
En contraste con ello, no dejaron un
buen recuerdo las esposas que sucedieron a sus maridos en la presidencia:
Estela Martínez de Perón y Cristina Fernández de Kirchner. Tampoco las
agresivas manifestaciones de mujeres que reclaman descriminalizar el aborto,
como la ocurrida en estos días frente a la catedral de Rosario.
Reforma
electoral
En la discutida reforma electoral,
además de introducir una costosa impresora en el cuarto oscuro, que no es una
urna electrónica, lo más novedoso es que se aumentará el cupo femenino, para
que en las listas de candidatos se repartan en partes iguales entre personas de
distinto sexo, sin que se prohíban los excesos, como que la integren cónyuges,
o quienes comparten uniones convivenciales, o sean parientes hasta el segundo
grado.
Se posterga, otra vez, el actualizar el
número de diputados de cada distrito, como exige la Constitución, después de
cada censo (Art. 45); lo que deja a Córdoba con 18 diputados; mientras la
Capital Federal continúa con 25 y Santa Fe con 19, a pesar de tener menos
habitantes. El mínimo provincial continúa siendo 5, lo que no es constitucional.
Al elector se le continúa impidiendo marcar
la preferencia entre los candidatos que integran las listas, como ocurre en Brasil
y dispone la Constitución de Córdoba (Art. 78), aunque nunca se lo reglamentó,
lo que hace que cuando el gobierno nacional dice negociar con los legisladores
lo hace a través de los gobernadores o de los líderes partidarios, que confeccionaron
las listas y parecen ser los dueños de las bancas.
Muchos tuvimos la esperanza que en la
prometida reforma política los legisladores, volverían a ser nuestros representantes, cualquiera
sea su sexo. Que cuando sean candidatos nos pidan el voto, nos cuenten de sus
proyectos, y que, luego, nos rindan cuenta de su gestión. En el Congreso
“escribanía” o “posescribanía”, lo que
hay que cambiar es que podamos conocer a nuestros representantes, que dicen cuando
hablan –si lo hacen- o proyectan en nuestro
nombre, y como votan en las cámaras. Los que integran listas “sábanas”, después
de electos, responden más a los pusieron de candidatos, que a los que los
votamos. Lo que necesitamos, queremos y aspiramos los ciudadanos, parece que
poco importa.
Más allá de los cupo, lo deseable es que
lleguen los o las mejores, y que nos representen.
Córdoba, octubre de 2016.